“Creo que todo el mundo en este mundo tiene algo que contar. Hasta el sol y el viento. Creo que se pueden escuchar sus historias”. - Una pastelería en Tokio-
Empiezo con esta frase de la película “Una pastelería en Tokio” porque creo en ella. Con su redundancia incluida (es una traducción del japonés). Siento que es verdad, que todos tenemos algo que contar y solo tenemos que buscar el modo, el momento, el lugar y la persona que necesite escucharnos o leernos. Hasta el sol y la luna tienen algo que decirnos, yo los escucho. También a las nubes. Eso sí, a veces no es fácil dejar salir esas historias.
Tengo un problema y te lo voy a contar.
Una vez, en un directo de Instagram en el que participé con otras escritoras, me preguntaron cómo abordaba mis bloqueos de escritora. A mis compañeras también, y todas habían pasado por alguno y lo describían como durísimo. Mi respuesta fue que no sabía lo que era eso, que no había pasado por ninguno, que no podía imaginarme lo que sería, ni cómo reaccionaría, si me pasara, pensando, en el fondo, que a mí no me iba a suceder. Como mucho, en aquel momento (2021), había pasado por días, quizá alguna semana sin escribir. Eso no me parecía ningún bloqueo. Y no lo era.
Ahora, años después, me encuentro con que hace meses que no escribo. Ficción. Bueno, sí, algún relato que me he guardado, y unos capítulos de una novela que he empezado y ahí se ha quedado; unas 9 mil palabras que me miran desde la carpeta de manuscritos, con los ojos brillantes diciendo: “ábreme, ábreme”, como si fuera un documento del mundo de Alicia en el País de las maravillas. O algo así…
Y no me atrevo a cruzar la puerta y abrirlo de nuevo. ¿Qué me pasa? Me pregunto. Pero no me respondo.
¿Te has visto así alguna vez? Con algo que te encanta entre manos, pero sin tocarlo. Lo tienes ahí, cerca, llamándote, pero no le haces caso. Si es así, ¿qué hiciste? ¿Por qué crees que pasa?
Me paso las mañanas escribiendo para otros. Trabajo.
¿Será que se me está gastando la escritura? Como escribo tanto todo el tiempo para los demás, ¿se me habrá acabado el tope diario de lo que puedo crear y por eso no me reúno con mis personajes?
Pero no todo es desesperanza. Por ejemplo, ayer compartí una tarde de piscina genial con mis compañeras de trabajo, una tarde de esas que te llenan de energía, de conversaciones de mujeres, de risas y lamentos (eso solo a ratos), sol, agua celeste y bocadillos y patatas fritas de bolsa.
Me gusta que llegue el verano, me gusta mucho que los días sean largos, que las terrazas se llenen de gente, adoro los helados y planear viajes. Porque planear es como viajar, es una de las formas más divertidas de empezar la salida, decidir dónde irás, qué verás, buscar, encontrar, soñar…
¿Cómo llevas tú el verano? Sé que es primavera, lo sé, pero aquí, en Córdoba, no, aquí estamos ya en verano (38 graditos ahora mismo).
Hablando de verano, voy a volver a leer Sol de julio. Sí, la novela que escribí allá por 2021. Me apetece un montón leerla con ojos de lectora. ¿Y si se me ocurre la segunda parte? ¿Y si releerla me descubre dónde están Julia, Lola, Carmen, Sergio, Luz, la tía Clara y los demás ahora? Quizá debería escribir esa segunda parte solo por diversión, sin pensar en quién la leerá y quién no, porque esos personajes están todos muy dentro de mí, me tocan el alma. Aunque no sea una novela técnicamente perfecta, aunque ahora sea capaz de verle todos los “fallos” de escritora novel, sigo amando profundamente mi Sol de julio. Eso puede ser una señal.
¿No la has leído? Hoy he publicado un regalo, el comienzo, los dos primeros capítulos de Sol de julio gratis para descargar AQUÍ.
No te voy a decir que me he saltado la cartita de mayo, porque total, mayo se fue y ahora es junio y vamos a quererlo fuerte y con ganas. Junio, por favor, sé bueno con nosotros.
Me voy a despedir ya, con ganas de que me comentes, me respondas (dando a responder a este email), me cuentes cosas importantes, por ejemplo, cómo van tus días, qué planes o no planes tienes para el verano, si estás bebiendo gazpacho, si has comido ya cerezas. No sé, lo que se te ocurra lo leeré encantadísima.
Qué bonitas son las cerezas, madre mía. Qué bonitas.
Como siempre, te dejo con una canción. He escogido Bed of roses de Bon Jovi. Una canción que ha envejecido de maravilla y que, sí, sale en Sol de julio (tiene una gran banda sonora, eso es así). Si te fijas en la letra con detenimiento ves que no es una canción de amor-amor, pero a mí me gusta igual.
Que pases un junio maravilloso y gracias por seguir aquí. Bebe mucha agua, acuérdate.
Nos leemos pronto. 🤍