¿Cómo estas? ¿Qué tal va tu verano? Espero que tus expectativas, sean las que sean, estén llegando a buen puerto. Y si no, date tiempo y tómate algo fresquito, venga.
Yo me he saltado dos cartitas. Dos meses. Lo sé. Y bueno, son cosas que pasan. Cosas que pasan y que un viaje grande se me echó encima y yo lo dejé abrazarme. ⛰️🗾
Hoy quiero contarte algo de ese viaje. Quiero hablarte del día que fui valiente, porque ese día me sentí muy bien.
Tengo una amiga japonesa. Por cosas del destino o de la suerte nos hicimos amigas a través de las redes, y en enero, en el primer viajé a Japón de este año, nos conocimos en persona. Ella es muy especial, es encantadora en cada uno de los detalles que esa definición abarca. Cuando volvimos a viajar a Japón este verano, le escribí y cuadramos un día para vernos.
Pocos días antes de nuestro encuentro descubrí que viajaría sola a su ciudad. Kamakura. Y dirás , tal vez: "bueno, Azu, no es para tanto. Hay trenes y de todo allí". Bien. Pero yo hasta entonces siempre había viajado por Japón acompañada. Como mucho había paseado por Osaka o Tokio a solas, los demás momentos siempre habían sido compartidos. Pero este día me tocaba ir sola. Si no conoces la red de trenes de Japón no sé cómo explicarte lo complicado que puede llegar a ser moverte en y desde las estaciones más grandes, pero lo intentaré. Por ejemplo, en algunas estaciones grandes de ciudades grandes hay mas de 30 salidas al exterior. Depende de dónde vayas tienes que escoger una u otra. En otras hay mas. Y también varias plantas con decenas de andenes con todo tipo de trenes: locales rápidos, normales, súper rápidos, exprés, trenes bala... Así que me dio pavor pensar que tendría que enfrentarme a ese laberinto sin nadie.
Pero lo hice. Lo medité un poco, esquivé el miedo y fui. 🚅
Durante todo el camino desde Tokio, que dura mas o menos una hora, me encontré mirando por la ventana, sonriendo sin poder parar.
Al llegar, mi amiga me esperaba en la estación y pasamos una tarde genial. Ella está estudiando español y cuando no nos entendemos nos esforzamos, y si aun así no lo logramos, ella coge un diccionario online y después nos reímos muchísimo.
Este es el kakigori al que me invitó, un helado de nieve cubierto de matcha y con sirope caliente en un vasito. Para beber, té caliente. No sé explicar lo delicioso que están los kakigori, es simplemente hielo machacado con algún sirope, pero es como saborear un pedacito de gloria. 🍧
Después de pasar un buen rato en una cafetería preciosa y minimalista, mi amiga me llevó a un templo en el que no había ningún turista y allí vimos a una pareja y su familia vistiendo kimonos de boda y haciéndose fotos. Imagina el lugar, una preciosidad. Las chicharras, a miles, cantaban muy fuerte y, aunque hacía calor, corría la brisa fresca del mar que estaba cerca.
Nos contamos muchísimas cosas ese día, nos conocimos mejor y cuando nos despedimos en la estación prometimos volver a vernos tan pronto como podamos. 🫂
Creo que ese día fui valiente, porque aunque tenía miedo de enfrentarme a la situación, me enfrenté. 🌱
Y desde entonces he decidido no tener miedo al miedo. A ver si se me da bien.
¿Tú has vivido algo parecido alguna vez? Si quieres, cuéntamelo, estaré encantada de leerte.
PD: En octubre, si todo va bien, saldrá por fin a la venta mi nueva novela. Ya sabes, esa de la que a veces te he hablado, con samuráis, ronin, jóvenes intrépidas y un poco (o mucho) de amor. 🏯🎑🏮🍶👘
Te avisaré para que no se te escape.
Si quieres responderme a esta cartita dale a “responder” a este email, te leeré encantada y te responderé.
Espero que pases unos días de finales de verano estupendos despidiéndolo a tu manera y, por favor, cuídate mucho.
Con cariño:
💜Azu 💜