Que no nos falte la luna
"La luna vino a la fragua con su polisón de nardos" - Federico García Lorca
¡Hola, hola! ¿Cómo estás? No creas que pregunto por preguntar, no. Pregunto de verdad. Quiero saberlo y me gustaría (mucho) que me respondas y me cuentes. Que sí, que echo de menos tus respuestas. Sí, las tuyas, lo prometo.
Pero no vengo yo aquí a obligar a nadie a ponerse delante de un email y responderme. Venga, no pasa nada, con que me leas ya estoy contenta. ¿Notas una perturbación en la fuerza? Lo notas bien. Sí, hoy llevo un mal día.
Pero comienzo por el principio, porque yo hoy quería hablar del viento. Porque mi tercera novela, ‘Escucha el sonido del viento’ ya está publicada. Hoy, de hecho, cumple una semana. Y hay que celebrar todos los cumpleaños de las cosas importantes y de la gente importante. Así que, ¡feliz cumpleaños, novelita mía!
Si no te has enterado de qué va, te lo cuento yo. Así que no salga de aquí, no es la sinopsis, soy yo contándote en confianza de qué va el tema:
Escucha el sonido del viento es una novela de ficción histórica japonesa, eso ya lo sabes. En ella, la joven hija de un Samurái se escapa de casa una noche de Tsukimi (la fiesta de contemplación de la luna llena) y desde ese momento nada en su vida vuelve a ser lo que era. He escrito felicidad y dolor, mucho dolor, que no se me queje nadie de que solo escribo alegrías (la gente se queja de todo, hay que ver, de la felicidad también). Aiko, la hija del samurái, irá conociéndose a sí misma más allá de los muros de la casa de su familia, porque no le queda otra, vaya. Y si te gusta la acción con espadas, que sepas que habrá peleas. Si te gusta el amor (a quién, no ¿eh?) pues amor también podrás leer. Si te interesan los usos y costumbres de Japón en el s. XVII, momento en el que los samuráis ya no batallaban porque el periodo de paz había llegado, pues leerás un montón sobre estos usos y costumbres, pero sin darte cuenta, no escupo documentación, tranquilidad. En fin, que no te digo más para no fastidiarte, pero espero que la leas y, sobre todo, quiero que me lo cuentes. Y ya, si te pones, que me dejes una reseña en Amazon, que me viene muy bien y me hace más ilusión.
Ah. Y por favor, no me digas que la vas a leer si no es verdad. No hace falta, luego yo me acuerdo y me fastidia un poco. No me digas que te faltan dos de mis cuatro novelas por leer, que qué prisa llevo, porque bueno, sí que te faltarán, pero prisa ninguna, he tardado año y medio largo en escribir esta. Y si eso, no me digas que tú si fueras yo habrías escrito tal cosa en vez de tal otra, porque esa sería tu novela y no la mía.
Vale, lo reconozco, que sí, que llevo el día hoy un poco torcido y estoy echando mano de esta cartita para dejar mis penas por escrito. Es que… ¿sabes una cosa? No me acostumbro, por mucho tiempo que pase y muchas cosas malas que me pasen, a que haya gente mala en el mundo. Mala porque sí. Mala de malicia simple. Mala de te quiero hacer daño y voy y te lo hago. Y no me acostumbro porque no entiendo esa manía de algunos de tratar de apagar la luz de los demás para así brillar más. Porque así no va el juego. Si no tienes luz, no importa las luces que apagues, tú seguirás en la oscuridad.
Si has llegado hasta aquí, gracias por leer y por seguir aquí mes tras mes leyendo las cartitas. De verdad que estaré encantada de recibir tu respuesta.
Un abrazo y te dejo la cubierta de la novela, que es preciosa y tiene una ilustración del gran maestro japonés del sumi-e Mirtusu Nagata. ¡Más bonita mi Aiko con su naginata…! Y la luna, que la luna no nos falte.
No todos los días brilla un sol radiante que nos hace olvidar por un momento todas y cada una de nuestras preocupaciones.
Por supuesto que leeré tu novela, aunque todavía no la tengo en mis manos, pero lo estará